Leo en
El País sobre un congreso de blogueros, al que, blogueramente, llamaron
taller. A mí no me toca, porque
esto no es un blog. En mi retícula del ciberespacio yo lo que hago es escribir para que me entienda Petrarca, para que me entienda Montaigne; para que no se avergüencen de mí Nietzsche o Bernhard. También, claro, para el futuro. Saludo las novedades, pero entiendo esto, básicamente, como el dietario de toda la vida.
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